El Bohemio Buenos Aires - Sebastián Estrada Ramírez

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Sebastián Estrada Ramírez

Dando Pequeños pasos para grandes metas. Recopilación de proyectos

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16 de septiembre de 2012

El Bohemio Buenos Aires

- Es un barrio.

- Sí, eso ya lo sé, pero además de eso ¿qué es el barrio Buenos Aires?

- Es el alma perdida de Medellín.

Suben y bajan: carros, buses, peatones y uno que otro ciclista. algunos en sus casas ven televisión, otros miran por la ventana, un grupo se dirige a sus oficios diarios mientras otros más llegan apenas. Vecinos, que se reconocen, pero no se conocen; les ha tocado compartir la cuadra, la misma esquina, el mismo semáforo, el mismo resalto y los mismos rayos del sol; pero aún lo único que se merece son el saludo. Muchos de ellos no conocen a su barrio, ven todos los días un castillo del siglo XX, ni lo reconocen; si alguno le llega a mencionar por la historia de la puerta inglesa, quizás solo los de avanzada edad puedan darle pista ella, importada desde Gran Bretaña y que adornó la calle más importante del barrio. Son pocos lo que se han dado cuenta que pisan la misma tierra que muchas veces embarraron los zapatos de uno de los hombres más ricos que ha nacido en Colombia durante toda la historia. 

Desde la ventana de un carro se ve a Buenos Aires con sus casas de principios del siglo XX, árboles de 10 metros, edificios de 15 pisos, colegios, noviciados, discotecas y salones de banquetes; pero también es un barrio de deportistas, ladrones, moralistas, religiosos, militares, billares, barras, prepagos, unidades residenciales cerradas, transeúntes, casas de vicios, literatos, profesores, conductores e incluso de políticos. Buenos Aires no es más que una radiografía de Medellín, donde hay las mismas virtudes y problemáticas que abraza a la Bella Villa.

En la iglesia del Sagrado Corazón hay un pequeño letrero que informa la eucaristía en honor a Alberto Pérez Agudelo, pensionado de la fábrica de tejidos Coltejer, al cual un infarto le arrancó la vida, aún incluso el rápido traslado a la unidad intermedia, la misma dónde entra con una herida de arma blanca, un menor de edad inmerso en la guerra que se vive en los barrios más marginados de la zona Centrooriental. 

Buenos Aires es un barrio de rumba, en solo 7 calles entre la estación de servicio de las mellizas y la Iglesia hay 33 espacios de venta de licor, para todos los gustos, desde el bohemio que se reúne con sus contemporáneos, el costeño que añora su tierra escuchando sus vallenatos, el bailarín que se mueve con la clave sesera, quién porrea con el reggaetón latino o el crossover; para el que paga una cerveza a dos mil pesos y para el más caché que da el famoso cover para ingresar a una de las 4 discotecas que realizan este cobro, que va desde los 10 mil hasta los 25 mil pesos.

Buenos Aires es un barrio de olores, los vientos que la bañan en las horas de la mañana permite a los vecinos dar un respiro a la caótica contaminación en la ciudad, e incluso de las vías principales del barrio. La comida es otro que llegan hasta el olfato de los habitantes, una gastronomía basada en la proteína y carbohidratos, pero sobre todo, el mayor olor es aquel que invade las calles desde las 3 de la tarde hasta las 2 de la mañana, la ya famosa chunchurría, la de tres mil pesos, servida en un plato desechable y que clientes de toda la ciudad viene a degustar y a chuza la carne con el palito para qué la víscera suelte el juguito que le da el sabor y que la hace famosa en todo el valle de aburra.

Los felinos también son habitantes, traídos en las últimas dos décadas para eliminar a los roedores que poblaban la zona y que ahora son mascotas de cuadra. Aún recuerdo cuando recién llegado al barrio, me dirigía hacía el colegio y el carro en el que estaba se choco porque aplasto a una chucha; ahora de estos roedores no queda ni el rastro, teniendo en cuenta que el barrio está bañado por muchas corrientes hídricas y cuenta con zonas verdes. 

Las unidades cerrados son otro fenómeno desde hace unas cuantas décadas llegó a las tierras del segundo barrio de Medellín. Con la promesa de seguridad y convivencia, las 23 unidades residenciales existentes y las próximas a nacer venden sus residencias, en su mayoría apartamentos. Pero ah escándalo cuando en Torres de Miraflores, una de estas, se dieron cuenta que las tres jóvenes que vivían en el apartamento 302 del bloque 6 no era solo estuantes universitarias y que los que llegaban a visitarlas no eran compañeros de pregrado, sino que eran clientes de los servicios sexuales que estás prepagos ofrecían en sus habitaciones. La reunión extraordinaria del consejo fue cita por un grupo de madre de familia que exigirá que las arrendatarias se muden del apartamiento porque según ellas esto no es un buen ejemplo para sus hijos inocentes, que a espaldas de sus padres algunos de ellos ya habían consumido el servicio prestado por ellas.

Pero no es la primera vez que en el barrio se toman medidas en contra del entretenimiento y servicios para adultos. En Buenos Aires hubo casas de citas, las cuales estaban ubic adas en la Puerta Inglesa. Por lo tanto el Padre Lope Duque Villegas, sacerdote de la iglesia del Sagrado Corazón, fundó el colegio Edgar Poe Restrepo a una cuadra de las casas de citas. Un año después y gracias a la ley que prohibía las casas de citas a menos de una cuadra de un colegio, los logró retirar del sector.

Buenos Aires es un barrio de la comuna 9, la cual  lleva el mismo nombre, en está viven 125 mil personas, en 600 hectáreas, las cueles en su mayoría para 1880 eran propiedad de, para muchos, el hombre más rico de toda la historia de Colombia, Carlos Coriolano Amador Fernández, o como era más conocido por la muchedumbre "el burro de oro".

Para ese entonces, la villa llegaba hasta el parque de San Ignacio, más hacía arriba estaba el cementerio municipal, conocido como El San Lorenzo, la salida hacía los municipios del Orientes, algunas fincas y la Hacienda Miraflores, propiedad de Amador.

Carlos Coriolano fue un industrial, protagonista del desarrollo económico de Medellín a finales del siglo XIX e inicios del XX. A mediados de 1900 Amador Viajó con su familia para Europa. En su estadía en el viejo continente llega a Londres y visita el Palacio de Buckingham, en él ve una puerta muy elegante que distinguía el palacio del resto. La puerta era enmarcada en oro con los sellos de la realeza británica. Al ver la majestuosidad de la obra decide contratar una réplica de la puerta para traerla a su finca en Medellín. 

Para 1905 la puerta es traslada en Barco hasta el rio Magdalena, trasportada por aguas de este mismo y por últimos cargado en mulas, de esta forma se consiguió traerla. Está era una reja que se instaló en la base de las actuales Mellizas. 

La puerta de Don Carlos fue instalada a la entrada de su finca, se diseño una entrada a doble carril y con un separador de Árboles –que aún se mantiene y se conoce como las mellizas-. Durante muchos años la Puerta Inglesa, que hoy le da ese nombre a las estaciones de servicio y varios locales comerciales, fue un lugar turístico, dónde los habitantes de Medellín y visitantes se maravillaban con la grandeza de la entrada a Miraflores.Orlando Ramírez Casa escritor del libro Buenos Aires portón de Medellín, recrea en su libro como está puerta era como la gran entrada a Medellín desde el oriente. 

Afirma Ramírez Casas que desde un principio el barrio se pensó como el más exclusivo del valle y que su diseñador el señor Ramón A. Restrepo Medina estaba dispuesto a competir con Ricardo Olano, arquitecto del Barrio Padro. "Restrepo Quería tener el mejor barrio de Medellín y que llevara su nombre. Soñó planos y maquetas de casas lujosas, quería rodearse bien, que su familia viviera allí ". Tenía a su favor que estos terrenos habían vivido dos de las personas más ricas de Colombia: Amador y Don Pepe Santamaría.

Desde ese entonces la zona era codiciada por los más adinerados quienes buscaban esta zona para construir sus fincas de verano, ya que para la época el desplazamiento desde el casco urbano hasta está zona podría demorar hasta una hora.

Aunque años atrás Modesto Molina, una persona adinerada, compró parte de los terrenos de las fincas del sector y lo dividió en terrenos para vender a crédito. Está zona era muy apetecida porque los habitantes de Medellín, es especial los de gran capacidad económica, temperaban en las mangas de Buenos Aires.

Estos terrenos se empezaron a vender en 1874, de esta forma se funda (no oficialmente ya que fecha no existe) el Barrio. Inicialmente el proyecto se llamaría Campo Alegre, pero para ubicar el sector se decía que este quedaba arriba de la cantina Buenos Aires, ubicada en Ayacucho con Berrío, inspirada en la capital de Argentina. Así, y en reconocimiento a la ventisca común en el lugar, se le dio el nombre al Barrio, cómo se asegura en el libro: "Desde el Oriente llegan Buenos Aires" de Nora Luz Arredondo.

En la silla mecedora de su apartamento, ubicado en el barrio Almería al occidente de Medellín, está sentado Orlando Ramírez Casas, una de las personas que más conoce las historias que deambularon por las calles del barrio Buenos Aires, al otro lado de la ciudad. 

Orlando vivió gran parte de su vida en el segundo barrio de la Medellín, ha visto la transformación urbanística de Buenos Aires desde los años 50 hasta la actualidad. Además es el escritor de la obra más completa que se halla escrito sobre el Barrio: “Buenos Aires, portón de Medellín”.

Este hombre de estatura baja, contextura gruesa, canoso, con entradas y 67 años; disfruta contar las historias que ha recuperado del alzhéimer generalizado que padece el pueblo paisa.

Mientras relata las anécdotas que cuenta en su libro, recuerda sus primeros años. Esos que pasó en una casa ubicada en la calle Ayacucho, poco después de la Iglesia del Sagrado Corazón.

Todo lo que hoy se conoce como Miraflores, Alejandro Echavarría, Causes y Medía Luna, donde termina la comuna, eran mangas, recuerdo que de niño subía a coger toda clase de frutos, desde pomas rosas hasta mangos. Jugábamos deslizándonos desde montes y nos íbamos de caminata hasta el cerro Pan de Azúcar.

La casa dónde nació el Orlando desapareció hace poco debido a la ampliación del Colegio Madre Mazzarello, ubicado en Ayacucho con la 34. Como describe su libro; las puertas y ventanas grises, sus tejas de ocre y sus muros de un centenar de años ya no están.

Empecé a trabajar en libro entre marzo y junio del 2005, la idea era compilar las anécdotas que marcaron la historia de barrio, y poco a poco, gracias a la ayuda de muchas personas, en especial de octogenarios y nonagenarios que me contaron sus historias.

Ahí está, Orlando Ramírez, caminando desde la Placita de Flórez, hasta Media Luna; buscando historias, identificando lugares y descubriendo paraísos. Buenos Aires es uno de los pocos barrios que puede contarle tanto a Medellín. Es un lugar histórico de la "Tasita de Plata".

Aún en sus calles quedan los recuerdos de la arquitectura fundadora. La Familia Botero Saldarriaga marco las primeras décadas del barrio Buenos Aires. Doña Mercedes Saldarriaga de Botero quería construir una capilla, entonces con el permiso de la curia construyo la Iglesia del Sagrado Corazón y al lado edifica el Castillo del mismo nombre donde se traslado a, donando e terreno y gran parte de los recursos para la obra civil.

Años después, Don Ricardo Botero Saldarriaga, hijo de Mercedes, se enfermó muy gravemente, y por vergüenza no quiso salir más. Tomo la decisión de encerrarse en un sótano del castillo. Un día le dio la necesidad de confesarse. Para evitar ser descubierto en su enfermedad, arma una trampa; se consigue un carro con chofer prestado y van y buscan al padre Lope Duque en la iglesia que quedaba al lado.

La idea era vendar al padre, darle vueltas para que creyera que en verdad iban para alguna finca en las afueras, pero en realidad llegaron al Castillo del Sagrado Corazón, al lado de la iglesia. 

Después de confesar a Ricardo Botero en un cuarto oscuro, volvieron a vendar al padre. Pero, al momento de salir del Castillo vendado, sonaron las campanas de la iglesia y Duque Villegas se dio cuenta que estaba al lado de su iglesia y que había confesado al enfermo Ricardo Botero Saldarriaga.

Hoy Buenos Aires es un rio de historias, de personas que ven al barrio como un lugar para vivir, para que sus hijos crezcan, para trabajar y para compartir. Este es el caso de Martha Lucia Meneses que no solo es una habitante del sector, es una comerciante que vive de vender chunchurría en la calle del colesterol, ubicada en Ayacucho, una cuadra arriba de la iglesia.

Madre de una niña y viuda ha visto como Ayacucho se ha convertido en una oportunidad de subsistir. Aunque no parezca muy contenta de tener que lidiar día tras día con los inconvenientes que marca vivir en la calle principal de la comuna 9.

Mi esposo murió un día después de la primera comunión de mi hija, nadie me creía que después de la fiesta, que se extendió hasta las cinco de la mañana, yo estuviera llamando a la cinco de la tarde para avisar la muerte de él. 
Afortunadamente gracias a unos ahorros que él tenía pude comprar una casa en el barrio El Salvador que ahora tengo arrendada. 

Vivió en Ayacucho hace unos 8 años, primero era dueña de una licorera pero la vendí por lo esclavizarte que era, entonces un vigilante, a quien el vendí la licorera, me enseñó a trabajar la chunchurría. Está ya era famosa en el sector y la ciudad, en especial la del mocho.

Doña Martha saca su plancha a las tres de la tarde, se prepara para una jornada de 12 horas. Empieza a preparar chunchurría para no estar mu acosada en la noche, mientras consiente su perra hasta las siete de la noche que llegan los clientes y la entra a la casa.

"Los clientes vienen y la piden muy distinta, algunos muy tostada, otra bien mojadita. Llegan familias enteras a comprar y en medía hora ya se han llevado la mitad de la mercancía. Incluso a muchos de los clientes le he dado mi número telefónico, ellos me llaman y me avisan con tiempo cuanta chunchurría necesitan".

"Normalmente por noche, de jueves a domingo, vendó casi 20 kilos de mercancía, hay momento dónde hay que atender hasta 15 clientes al tiempo, todos con caprichos diferentes".

Martha sabe que debe reunir los gastos de la semana. Recoger para pagar el arriendo de la casa dónde vive, un segundo piso, al lado de un centro de salud y un supermercado y por encima de una prendería; cada mes le debe pagar a los propietarios 440 mil pesos.

Ya en su casa, se sienta en la mesa, al lado de la cocina, y se fuma dos paquetes de cigarrillos diarios. Evita asomarse al balcón, porque no soporta el ruido de los carros y el humo de los buses; es suficiente con aguantármelos cuatro días a la semana.

Prepara las cartas y espera a que sean las ocho de la noche para que el vigilante y otros propietarios de negocios lleguen para jugar hasta las cuatro de la mañana. Suena el timbre y se asoma, esperando que sea alguno de ellos, pero no, es un borracho preguntando por la prendería. La respuesta no se hace esperar: “es allá abajo y hoy está cerrado porque es lunes, ¡borracho!”.

En el 2009 doña Martha fue la ganadora al concurso de la mejor vendedora semi - estacionaria de Medellín, el cual lo entregó espacio público y la secretaría de salud. “No he faltado a ninguna capacitación, tengo los papeles en orden, y además soy muy estimada por todos, porque “frenteo” y defiendo a todo el gremio de vendedores”.

Al retirarse del juego, para evitar perder más plata , se dirige hacia la cocina y abre un nuevo paquete de Boston, se fuma un cigarrillo mientras sus compañeros terminan la partida para volver a entrar.

La población del barrio Buenos Aires empezó a nutrirse en los años cincuenta. Muchas de las familias más pudientes de la zona empezaron a emigrar al barrio Prado y a la otra banda del rio Medellín, eso abarató los precios de la vivienda en el sector, formando una zona residencial de estrato medio.

A la misma hora se encuentran dos grupos, los borrachos que a las seis de la mañana no quieren dejar morir la fiesta y los mayores llamados por las campanas que anuncian la primera misa. Dos horas después el comercio sale, se abren centros de salud, supermercados, peluquerías y restaurantes.

Ayacucho es la columna vertebral de Buenos Aires, desde un principio fue pensada para ser la principal arteria de la zona. Es el lugar de encuentros por excelencia. Sobre las tres de la tarde es el inicio de la jornada de los establecimientos de entretenimiento. A las seis en Varsity, Caracoles y Tierra Libre ya tienen mesas ocupadas. Mientras el párroco de la Iglesia del Sagrado Corazón trata de concentrarse en su rito y evitar el ruido que hace los buses que suben por Ayacucho.

Siete la noche y la chunchurría está a su furor, entre los cuatro puesto que hay en una sola cuadra, se pueden contar hasta 25 clientes; En la calle se ve yines, camisetas, tenis y hasta gorras; pero en una esquina solo hay trajes, corbatas y vestidos; al frente de la Casa de Banquetes Templo Imperial, los familiares de Laura Melissa se preparan para celebrar sus quince.

El caminante constantemente tiene que esquivar los puestos de comidas rápidas en la acera, los combos que se hacen afuera de los bares y las motocicletas mal parqueadas. Mientras el conductor debe buscarse vía a un solo carril porque el otro ya fue destinado para estacionarse, orillase para poder comprar la chunchurría y manejar con precaución para evitar derrumbar a algún motociclista que no respeta las normas de tránsito.

Ese es  Buenos Aires y esa es su principal vía, Ayacucho, un lugar de contrastes: La tranquilidad de una casa de cien años donde vive Don Luis quien reúsa a irse de dónde nació con el caos de la vía principal de la zona centro oriental; La eucaristía y la rumba; La elegancia del banquete y lo informal de una discoteca de costeños; La música guasca con el reggaetón y la salsa; los que pasan por obligación por la 49, por lo tanto por el barrio, y los que de verdad viven a Ayacucho.

La Calle Ayacucho es la vía principal del barrio, es el lugar obligado de paso de 125 mil habitantes de la zona, según el último censo en el 2005. Por esto es la zona comercial, porque por la 49 pasan todos los habitantes del barrio. Se convirtió en la zona comercial de centro oriente de la ciudad, donde se encuentran bares, discotecas, supermercados, licoreras, modisterías, charcuterías, panaderías, peluquerías, droguerías, reposterías, comidas rápidas, talleres, veterinarias, centros de salud, almacenes, restaurantes, entre otros que componen su oferta comercial.

Santiago Presiga vive en los barrios de Jesús, ubicado a extremo oriental de la comuna 9, es estudiante de comunicación social y periodismo de la Fundación Universitaria Luis Amigó y los jueves, viernes y sábado es un ayudante en el bar Varsity ubicada en la calle 49, a media cuadra de las estaciones de servicio de gasolina.

Santiago debe estar en el bar a las tres de la tarde, limpiar lo que la noche anterior dejó, organizar sillas y mesas, montar el sonido y atender a los primeros clientes que llegan en búsqueda de una cerveza para bajar el calor.

La jornada es larga, en pocas horas el establecimiento llega a su máximo, todas las mesas están llenas y Santiago debe llevar las cervezas; Pilsen para mi, a mi me trae una Águila, yo quiero una Club Colombia per roja y ocasionalmente se desquitan pidiendo una botella de Aguardiente Antioqueño o Ron Medellín Añejo.

Atento a lo que los clientes necesitan, cris petas, hielo, un tema de son de Cali o algo más bailable, la jornada va hasta las cuatro de la mañana, hora en la cual debe cerrar el negocio y despedir a algún borracho que no quiere que la noche se acabe.

“Trabajar en Buenos aires es agradable, pocas veces hay problemas, siempre hay recorridos de las patrulla y se pasa algo no tardan más de dos minutos en llegar. Además es un buen sustento económico para mí que estudio, un fin de semana me representa cerca de 200 a 300 mil pesos, casi un millón de pesos mensuales”.

Para Orlando Ramírez Casas, aunque no se debe negar que hay un comercio posicionado en Ayacucho, lo más importante de a 49 no es sus carros de chinchurria o las discotecas a la moda. Por el contrario está vía tiene mucho más que darle a el significado de Medellín.

Paradójicamente al caos que representa Ayacucho para Buenos Aires, allí también se vivien los sueño. Laura Melissa Londoño, no ve la hora de salir de su casa ubicada en Manrique Oriental, sabe que debe ser paciente porque le están dando los últimos retoques, tanto a ella como a su vestido color rosa. Dicen que está fecha es de las más importante para la vida de una mujer. Laura Melissa está cumpliendo quince años.

Antes de salir, las fotos con su mamá doña Clara González, su padre Carlos Londoño y su abuela doña José Fina Álvarez. Mientras tanto en la Sala de Banquetes Templo Imperial todos sus amigos y familiares están acorde con la ocasión. Vestidos y corbatas para el momento, pero algunos chillan debido a que sus dueños tienen entre tres y cuatro pirsin en su cara y boca y todos los jóvenes llevan “tenis converse” de 30 mil pesos.

Un Chevrolet Beis convertible espera por la quinceañera en la puerta de su casa. Llega la hora de salir, su madre y abuela cuidan de su vestido, mientras van a camino a la esquina de la 36 con la 49.

A la entrada el salón se convierte en un mar de aplausos, la reciben con Flórez y regalos, aunque la tarjeta decía lluvia de sobres y para recordarlo uno de los trabajadores le indica a cada asistente que llegaba donde debía depositar su tarjeta.

Llega la hora del baile del vals, el ya común “Tiempo de Vals” suena mientras Laura Melissa, su padre, su hermano y dos trabajadores del banquete realizan el acto que tanto practicaron. Después de las fotos en cada mesa, llegan los mariachis, cuatro temas de su repertorio y el quinto pedido por la engalanada. 

El cumpleaños feliz, la torta, la cena y el brindis quedan atrás, para darle paso a una discoteca. Apagan las luces y de aquella fiesta elegante solo queda los vestidos, suena un merengue de Oro sólido: “Esto no es merengue, es un merengazo”, si no fuera por la entrada adornada de flores, la sala ya se hubiese confundido con otra discoteca más del sector.

Ante el panorama poco alentador para familias tradicionales que quieren irse para otros barrio Don Luis Francisco Atehortua siempre ha sostenido que en este barrio creció y en el mismo quiere que crezcan sus tataranietos, aunque todavía falten 2 generaciones para que eso pase. Quizás él sea el alma bohemia que aún mantiene vivo a Buenos Aires.

"Buenos Aires no es otro barrio de Medellín, no se puede comparar con ningún otro, porque este ha sido fundamental en el crecimiento de la ciudad, es uno de los barrios representativo y algún día tendrá que volver a lo que era".

Para Don Luis es normal que se genere un cambio conyuntural en la vía principal del barrio, pero no por esto Buenos Aires ha perdido su encanto, ya que con solo retirarse media cuadra de ayacucho aún se pueden ver los grupos de niños jugando, como era la fotografía en los años 40, cuando estaba en sus "mejores años".

"Lastimosamente hemos perdido algo importante, y esto es la tranquilidad, la cual no la quita los habitantes de la zonas más alta, el problema que tenemos es que Ayacucho y por lo tanto Buenos Aires es paso obligado para los de arriba, convirtiendo a la calle que es nuestra, para que nosotros la vivamos, en el putiadero de ellos. Por eso la llegada del Tranvía y el desplazamiento del tráfico para la vía de la quebrada Santa Elena será una bendición y el renacimiento del sustancia del barrio".

Luego de un buen rato de conversación en la pequeña sala de su casa; que es la réplica de una casa antioqueña, con el patio central y las habitaciones al rededor de ella; orgullosamente exhibió una foto propia en la iglesia del Sagrada Corazón en 1951.

- ¿Qué es Buenos Aires?, le pregunté

- Es un barrio. (Me contesto de manera sarcástica)

- Sí, eso ya lo sé, pero además de eso ¿qué es el barrio Buenos Aires?

- Es el alma perdida de Medellín. Y hay que volver a recuperarla; este barrio ya no es mío, solo los recuerdo de él; este barrio es de los jóvenes y espero que ellos lo valoren tanto como yo lo he hecho en los 74 años que tengo.

- ¿Qué espera que sea Buenos Aires en el futuro?

- Es simple, que no sea un grupo de casas en un lugar, que sea el barrio que me educó. Buenos Aires es una familia, es una pasión. Cierre los ojos, imagínese a su barrio, las calles, los colores, los sabores; eliminé el caos. Hay lugares de fiesta, claro que los hay, pero no el despelote de hoy. Mire se cuadra, ahí está su hijo, jugando con un balón, mientras su vecina lo saluda y lo invita a una reunión para partir un pastel entre los demás vecinos. Ese fue el barrio en que yo crecí y así será con ayuda de todos. Buenos Aires es para los "bonaerenses", de esta forma seremos el mejor barrio de la ciudad. Buenos Aires algún día dejará de ser de todo el que pase por aquí para ser de todo el que sienta que es estar aquí.

Para la presidenta de la Junta Administradora Local (JAL) de la comuna 9, Nancy Rivera, es muy importante el comercio que recorre Ayacucho, ya que esto trae beneficios al sector y genera empleo no calificado en la Comuna, lo que disminuye los índices de inseguridad del barrio.

El manejo del comercio nocturno es difícil, porque hay que velar por los intereses de los dueños, de los usuarios y los vecinos. La legislación está clara, las discotecas y bares tienen permiso hasta las 4 de la madrugada, pero deben mantener el límite de decibeles establecidos. Ella cree que los controles establecidos por la policía son los correctos, esto ha permitido que la zona sea un lugar de paz y tolerancia. Pero, los controles por parte del tránsito no son los adecuados debido al parqueo en la vía, generando congestiones. Además conductores en estado de embriaguez y motociclista sin las medidas reglamentarias

Uno de los establecimientos comerciales más antiguos de Ayacucho es el Estadero Club Jardín Clarita. Cumplió sus bodas de oro en febrero del 2012. A una cuadra arriba de la Iglesia Sagrado Corazón, tiene ambiente familiar, se puede ir a comer, tomarse un par de cervezas, jugar billar o rumbear con cantantes en vivo y la música de los años 90, tropical.

Jardín Clarita es uno de los lugares más recordados por quienes vivieron su juventud o infancia en Buenos Aires y que ahora están casi por la tercera edad. En el lugar se ve el rastro del tiempo, incluso en sus paredes, aunque está muy bien mantenido y la gente llega de igual manera que como si estuviera en el esplendor de sus inicios. 

El estadero tiene un ambiente según la ocasión, cuenta con un jardín de niños, con una parte más apropiada para una cena familiar, con una pista de baile y luces, donde la música se escucha con más claridad y fuerza y con una sala que cuenta con 17 billares, al fondo del lugar. 

Un sábado, a las 9 de la noche, en el estadero, se encuentra una familia cenando. Al lado de su mesa vemos un cuadro del Sagrado Corazón de Jesús, pero si continuamos caminando hacia el fondo, en la pista de baile, está un grupo animado que se mueve al ritmo de las cumbias y las salsas, a parte de las luces de colores que ofrecen su reflejo a pesar del ambiente oscuro. 

El Estadero Club es propiedad de Don Aníbal (por seguridad nadie me dio su apellido). Él es reconocido en Ayacucho por ser un hombre caritativo. Mensualmente ofrece un mercado a los ancianos sin recursos y se ve una fila que da vuelta a la cuadra para reclamarlo. También es responsable de que la chunchurria más famosa de la zona tenga un buen recorrido, pues fue quien puso a trabajar a Wilmar, más conocido como “El Mocho” en la calle del colesterol, sacándolo de la indigencia, al igual que a quienes lo acompañan en el puesto de comidas, eso ya hace más de 20 años. 

¿El futuro?

La evocación al pasado es lo que va a fomentar el cambio en el futuro. En poco tiempo Buenos Aires caótico evolucionará a una más amable para los habitantes.

El trazado del Tranvía cambiará totalmente el esquema con el que se conoce hoy, la calle 49 será el epicentro del barrio, no para el licor y las comidas, sino para las familias. La imagen que propone Orlando Ramírez es sencilla e impactante, una familia caminando por Ayacucho, comiéndose un helado y disfrutando su barrio.

Ayacucho vera por tercera vez un tranvía, el primero en el siglo XIX, que era unos carruajes públicos arrastrado por mulas, el cual fue eliminado porque estás no se adaptaron al clima y al trabajo por lo tanto morían prematuramente. El segundo el del siglo XX, como se relata en el libro de Ramírez, inicio sus operaciones en 1921, eléctrico, el segundo de la ciudad y recorría desde El parque Berrío, subiendo por la Calle 49, hasta La puerta inglesa, hoy conocida como Las mellizas. El sistema funcionó hasta finales de 1960.

Pero para el 2015, año en que se espera que el Tranvía ruede, Ayacucho será un corredor verde, donde las familias podrán caminar tranquilamente, charlar con los vecinos, pasar un rato agradable e incluir al barrio en su vida. Para Orlando Ramírez esto generará un sentido de pertenencia mayor a Buenos Aires, “los dueños se preocuparán por pintar las fachadas de sus casas, tener la entrada limpia, no salir en pijama a la puerta y mostrar la cara más bella de barrio a todos los turistas que recorran sus calles”.

Buenos Aires pasará de la noche al día, como Orlando Ramírez afirma, el primer sol de la ciudad es de Buenos Aires. Afortunados son sus habitantes por ser los primeros en recibir rayos del astro, que va bajando por Ayacucho, pasando por las mellizas y recorriendo cada una de sus calles. Llega a la iglesia y está le avisa a todo Medellín que ya amaneció. Buenos Aires también volverá Amanecer para ser no solo un lugar sino el barrio, el que nunca debió de dejar de ser.

Sebastián Estrada Ramirez

1 comentario:

  1. Muy interesante la lectura del Blog. Sería bueno corregir algunos errores ortográficos como "tasita", "reusa" o "Jose Fina". Pero muy bueno sobretodo el contenido histórico de la reseña del barrio. Felicitaciones. Saludos!

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